La salud pública es uno de los rubros fundamentales para el bienestar de cualquier población. En la mayoría de los países se prioriza ese sector porque es del que depende que los ciudadanos estén en condiciones de trabajar y producir más dinero.
En México la salud no es una prioridad, no hay inversión en ella y los recursos públicos son para todo, menos para los que menos tienen.
Sobre todo en estados pobres del sureste mexicano, los hospitales son verdaderos elefantes blancos, edificios abandonados que no operan por falta de recursos materiales, económicos y humanos. Y es que allá, tan lejos, nadie quiere hacerse cargo de poblaciones donde hay tantas necesidades.
Chiapas es un estado conocido por la pobreza de su gente, ahí los hospitales son una broma de mal gusto, no hay médicos, medicinas o instrumental y las personas se mueren de enfermedades absurdas.
En esa entidad y bajo el gobierno de Manuel Velasco, el dinero público ha desaparecido de las arcas, ha habido para campañas, para viajes de funcionarios y hasta para hacer comerciales, pero no para salvar la vida de niños en los hospitales.
Incluso se sabe que del sector federal, se destina más dinero a la deuda pública que a la salud, además de que el poco dinero que se envía a ese tema desaparece en corrupción y falta de transparencia.
En al menos 26 estados de México, la mitad de la población no cuenta con acceso a servicios de salud, públicos o privados, lo que la coloca en una situación de vulnerabilidad impresionante.
Michoacán, Chiapas, Guerrero, Hidalgo y Oaxaca son los estados que tienen más personas sin servicios de salud, y es que la crisis del sector los está dejando fuera porque no hay dinero suficiente, mientras el que hay se lo roban.
El resultado de todo esto es el aumento de enfermedades que se pudieron prevenir, al no haber un sistema de salud fuerte que abarque a todos los sectores y realice programas verdaderamente efectivos.